Aunque la energía nuclear puede ser una amenaza bélica capaz de destruir la humanidad y la vida en el planeta, su uso pacífico es habitual e indispensable hoy en día. Contribuye a diversos sectores de la economía y genera empleos, por ejemplo, en medicina, agricultura, industria, energía, comercio y logística; lo que la convierte en un tema de gran importancia nacional.
En esta materia, como en varias otras, Venezuela ha sufrido una suerte de regresión. Tuvimos la audacia y capacidad de iniciativa para instalar a finales de la década de los años 50 del siglo pasado en los Altos de Pipe, dentro del entonces recién creado Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales, un primer reactor para uso pacífico de la energía atómica con fines científicos. Fue éste el primer instrumento de este tipo que se construyó en la América Latina. Se adelantó un dilatado programa de investigación con base en él y a lo largo de los años fue formándose un personal profesional entrenado en esta especialidad con los mejores del Mundo, creándose progresivamente instituciones coordinadoras, controladoras y promotoras en el campo de la energía atómica. De ello poco queda.
Uno de los campos que poco hemos explorado en Venezuela, es el de la generación nucleoeléctrica. Seguramente nuestra abundancia de fuentes de energía de todo tipo, ha hecho que incurramos en esa omisión al considerar nuestra matriz energética futura para el mediano y largo plazo. Es conveniente recordar que dicha energía es responsable de generar aproximadamente el 11% de la electricidad mundial, gracias a 450 reactores nucleares en funcionamiento en una treintena de países.
Los aspectos de seguridad y preservación ambiental que décadas atrás contribuyeron a enlentecer el desarrollo de la energía nuclear, han sido ampliamente abordados y superados con tecnologías y estándares de seguridad atómica cada vez más robustos, circunstancia que va de la mano con el uso pacífico cotidiano de esta energía; por lo que en la actualidad se considera esta fuente energética segura y una de las energías más limpias, dada principalmente a la ausencia de emisiones de efecto invernadero. Dicho aspecto es factor esencial en la lucha contra el cambio climático con la cual están comprometidos todos los países.
El establecimiento de fuentes de energía nuclear para usos específicos insustituibles por otra forma de energía y para complementar la matriz energética, exige obviamente numerosos requisitos a considerar, entre los cuales resalta la disponibilidad de minerales radioactivos, su localización, personal calificado y capacidad financiera, entre otros. Por ahora, en Venezuela es indispensable adelantar un programa de prospección geológica orientado específicamente a ese objetivo, además de gestionar apropiadamente los usos actuales de la energía atómica en el país.
En todo caso requerimos para ser un país con una senda de desarrollo con progreso para todos, el reestablecer una institucionalidad competente para controlar y promover el uso de la energía nuclear con fines pacíficos en los diversos campos que arriba señalamos. Específicamente se requiere un organismo con independencia jurídica y financiera que dependa del más alto nivel, con la finalidad de regular y promover la actividad del sector nuclear; ser responsable de conducir los diversos tratados internacionales que Venezuela ha suscrito; liderar las relaciones del país con los diversos organismos internacionales tales como el OIEA y la Comisión Interamericana de Energía Nuclear; proponer una Ley Orgánica que regule la actividad y diseñar un plan maestro de desarrollo de la actividad en todos sus ámbitos tales como identificar áreas de inversión y desarrollo, formación de recursos humanos, entre otros.
El Grupo Orinoco para el desarrollo sostenible hace suya esta causa.
Caracas, 16 de julio de 2023
